¡Mujeres de la ciencia! 🧪 - Parte I
Seguro que es la primera vez que escuchas sobre ellas...
Hola, hola, un placer saludarte de nuevo en esta edición. 👋
Hace pocos días se conmemoró el día de las mujeres y niñas en la ciencia, algunos podrían pensar que esta fecha tiene algún tiempo siendo recordada, pero la verdad es que no, se aprobó en el año 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas así que este sería su décimo año… más allá de hacer el típico post sobre la importancia de las mujeres en la ciencia siento que es necesario recordar los aportes de estas extraordinarias mujeres en el campo, siendo pioneras en muchos casos de investigaciones que permiten explicar el mundo como lo conocemos hoy.
Marie Tharp
Fue una cartógrafa oceanográfica que dibujó mapas pioneros de los océanos del mundo, sus observaciones desde finales de los años 50 hasta los 70 ayudaron a los científicos a reconsiderar la geología del fondo marino.
Fue una mujer sumamente letrada, cursó estudios en la Universidad de Ohio obteniendo una licenciatura en inglés y música en 1943; posteriormente sacó una maestría en geología de la Universidad de Michigan y una licenciatura en matemáticas de la Universidad de Tulsa mientras trabajaba como geóloga para una empresa petrolera de Oklahoma.
En 1948 se mudó a la ciudad de Nueva York para incorporarse al departamento de geología de Columbia como asistente de investigación, allí tuvo la oportunidad de conocer a Bruce Heezen, que más tarde sería su colaborador en los revolucionarios mapas del fondo marino.
En los años 40 mapear el océano fue una oportunidad única en la historia del mundo, pero lo era aún más para una mujer, de hecho, la Universidad de Michigan la reclutó para estudiar geología porque existían muchos hombres en el ejército (producto de la segunda Guerra Mundial) bien es sabido que a las mujeres en esa época no se les permitía navegar en barcos de investigación por lo que Tharp tenía que trazar, evaluar y revisar minuciosamente las lecturas del sonar del fondo del océano que a menudo enviaba Heezen, un geólogo marino con quien pasó tres décadas en una asociación personal y profesional.
Durante cinco años, mientras iba armando un rompecabezas del océano Atlántico Norte, fue tomando forma una enorme cadena montañosa con una peculiaridad desconcertante. Lo que se conocería como la dorsal mesoatlántica mostraba signos de una grieta en el medio que llevó a Tharp a concluir que el fondo marino se estaba expandiendo, una idea radical en aquel momento. A pesar de toda la evidencia que respaldaba su investigación Heezen no le creyó, se escucharon infinidades de discusiones en el laboratorio y necesitó de todo un año para cambiar de opinión.
En una sociedad machista como aquella, que las mujeres pudieran corregir a los hombres se consideraba una falta grave, sin embargo, posteriormente su compañero dio su brazo a torcer, concediéndole el descubrimiento.
En 1959 publicaron el primer mapa hecho a mano que representaba el fondo del Atlántico Norte (por primera vez se elaboraba un mapa de tales dimensiones)
En 1961 publicaron uno del Atlántico Sur.
Más tarde, en 1964, llegó el del Océano Índico.
La representación exacta de los suelos oceánicos fue una auténtica revolución porque la mayoría aún creía que el fondo del mar era llano y fangoso. Esos dibujos de trazos suaves probaron que en el fondo del mar también existían los relieves y que además, podían ser más grandes que los que había en la superficie, gracias a este descubrimiento, llegó la validez de las teorías de las placas tectónicas y la deriva continental.
Junto al artista Heinrick Berann, Tharp creó un sistema de colores para pintar los mapas:
Rojo para la zona volcánica.
Azul para la zona de las llanuras abisales.
Púrpura para las dorsales oceánicas.
Siguió trabajando durante 20 años con datos de expediciones oceánicas que se hicieron más tarde, el resultado de ese gran trabajo de documentación vino en 1977 (Heeze murió ese mismo año) cuando presentó el mapa mundial del fondo oceánico.
Anna Connelly
En 1980 ocurrió un gran incendio en la Ciudad de Nueva York donde múltiples familias quedaron atrapadas, esto obligó al Estado a implementar una ley para que las constructoras de edificios se comprometieran a garantizar salidas de emergencia, esta política generó un alto rechazo entre los empresarios argumentando que era demasiado costoso.
En 1985 se estableció una convocatoria donde participarían varios proyectos que solventaran el problema y que permitiese abaratar costos para las constructoras a lo que Anna Connelly respondió con una solución: la escalera de incendios.
Ella se percató de varios problemas antes de llegar a su solución, en primer lugar, siempre que ocurría un incendio las personas corrían al techo, quedando sin escapatoria una vez que el fuego subía, en segundo lugar, el tamaño de los edificios representaba otra dificultad, cada vez se construían más altos, pero a la hora de un incendio la escalera de bomberos solo llegaba hasta un 4to piso. De esta manera propuso un puente de rieles de metal, de bajo costo, que podía conectar dos edificios vecinos para favorecer la escapatoria de la gente, su diseño incluía una campana que funcionaba como alarma para avisar a los habitantes de ambos edificios sobre el incendio.
En el año 1987 logró registrar su patente que no se utilizó sino hasta finales del siglo XX (muchos años después, muchos incendios después) no obstante, su notable presencia en las construcciones de los edificios de la Ciudad y el resto del mundo es bastante notable, además de que su idea funcionaba para dos construcciones al mismo tiempo lo cual permitía salvar más vidas.
- Patente registrada el 23 de Agosto de 1987 por Anna.
- Habitantes de un edificio de apartamentos arrojan ropa por la escalera de incendios para los italianos en el East Side de Nueva York, 1909.
Dato curioso: la razón por la cual los edificios empiezan a construirse más altos es porque a finales del siglo XIX la revolución industrial impulsó el crecimiento de las ciudades así que mucha gente, incluidos los inmigrantes recientes, acudieron en masa a las zonas urbanas en busca de empleo.
Grace Hopper
En 1959 se convierte en la primera mujer en diseñar el lenguaje COBOL (Common Business Oriented Language) así como del primer compilador (COBOL) esto significa que es el primer lenguaje de programación común dedicado a la administración.
Posteriormente trabajó en la estandarización internacional de los lenguajes de programación y trabajó fuertemente en los procedimientos de validación.
Fue una mujer bien formada, en 1928 se titula en Matemáticas y Física en el Vassar College, en aquella época esta era una universidad privada solo para mujeres, luego en 1930, se especializa obteniendo un máster en Matemáticas por la Universidad de Yale, 4 años más tarde se convierte en doctora en el área de la mano de la misma universidad.
Durante la Segunda Guerra Mundial decidió enlistarse en las fuerzas armadas, allí fue enviada a Harvard para completar sus estudios en ingeniería y física aplicada en el laboratorio de computación.
Desde 1944 comenzó a trabajar con Aiken (otro pionero de la computación) en el ordenador Mark I de Harvard, siendo la tercera persona en programarlo, al final de la guerra Hopper estaba trabajando en el ordenador Mark II.
A lo largo de su larga carrera recibió numerosos premios y más de 40 títulos honorarios, el más importante fue el premio Man of the Year (énfasis en que el premio era solo para hombres) por la Data Processing Management Association en 1969, además fue la primera mujer elegida como Distinguished Fellow por la British Computer Society en 1973, siendo la primera persona americana en recibir este honor.
Dato curioso: En 1945, mientras trabajaban en la Mark II, ella en conjunto con sus colegas encontraron un problema, buscando en la sala donde estaba el ordenador localizaron una polilla atrapada en uno de los 17000 relés, gracias a esto se dice que es la primera persona en referirse a un problema con el ordenador como bug y en usar el término “debug”.
Reflexiones finales
Uno de los problemas principales pareciera ser que históricamente cuando pensamos en ciencia, pensamos en hombres, esto tiene que ver con ciertas categorías de análisis que promueven sesgos o prejuicios hacia las mujeres en el área, entre ellas destacan:
El sesgo familiar: madres y padres suelen animar a sus hijas a elegir carreras ligadas al “rol del género femenino”, en lugar de fomentar el estudio de carreras ligadas a la tecnología o las ciencias puras (FUNCAS, 2018). También suelen mostrar menores expectativas sobre las aptitudes de sus hijas en Matemáticas.
Los docentes también estereotipan. En 2013 se encontró que en América Latina hasta el 20% de los profesores de Matemáticas de sexto grado creían que las matemáticas eran más fáciles para los niños. Un estudio realizado en Estados Unidos también encontró sesgos de género en las expectativas de los maestros con respecto a las matemáticas, lo que podría influir en el desempeño de las niñas. En Reino Unido e Irlanda, otro estudio también encontró que el 57% de los maestros tienen estereotipos de género inconscientes en relación con STEM y que estos sesgos de género pueden transmitirse a sus estudiantes a través de la enseñanza.
Los sistemas educativos tampoco se libran. Un análisis elaborado por la UNESCO de la estructura de 110 planes de estudios nacionales en educación primaria y secundaria en 78 países arrojó que muchos textos y materiales educativos de Matemáticas y Ciencias expresan sesgos de género.
El resultado de estas creencias es un circulo vicioso que funciona como sigue: niñas que se consideran menos listas que los niños; jóvenes y adolescentes que se autoexcluyen de los estudios relacionados con la ciencia y la tecnología porque piensan que no están hechos para ellas, y mujeres que apenas participan laboralmente en trabajos relacionados con estas.
¿Qué podemos hacer como docentes? es algo de lo que hablaré en la próxima edición, de la mano con más mujeres importantes en el área de las ciencias.
¡Gracias por leerme¡
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